Ella vagaba sola en aquel lugar, que le resultaba tan atractivo como inhóspito, entre alaridos de gatas en celo y compases de salsa interferidos por algúna conversación inapropiada, ella se sentía segura, porque ella siempre se sentía segura, a las doce del mediodía comprando el pan con su madre o al amanecer, en una calle rodeada de mujeres buscándose la vida, ella se ponía su traje de indiferencia, su capa de invisibilidad y levantaba la cabeza, pisaba fuerte y seguía adelante, nada podía hacerle mal, se sentía segura y allí iba, con un solo zapato y con unas ganas terribles de tragarse el mundo, aunque el mundo flotase en el culo de alguna botella, solía pensar q las cosas más inspiradoras, las experiencias más reveladoras, ocurrían siempre de noche… mirando el fuego en una noche estrellada, después de unos vinos o sentada en el váter mirando el techo…siempre de noche, ella siempre miraba hacia dentro, le gustaba mirarse por dentro, tan dentro que a veces hasta intentaba adivinar de que color tenia los órganos, tan dentro que se sentía euforica al ganar sus pequeñas batallas, cuando daba esquinazo a los fantasmas y cuando se comía el mundo, se lo comía con patatas y chorizo, con cerveza o con agua y entre tanto se reía…desde pequeña se reía alocadamente y sin motivo, de las cosas vanales y sin sentido y le importaba un cuerno, porque reírse hasta el dolor de tripa le proporcionaba un orgasmo mental que le valía las mil miradas de desaprobación y los comentarios por lo bajo…
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