Amigos que indebidamente se convirtieron en amantes. Lo nuestro era la complicidad y no la atracción, al menos no aquella necesaria para la felicidad de una pareja.
Nuestra felicidad, o al menos la mía cuando estaba junto a tí, era diferente, de otro tipo y sin embargo nos confundimos y tratamos de crear una historia que nunca encontraría su camino.
Contigo el mundo era un poco más dulce y los problemas no eran tan amargos, reduciéndose a pequeñas partículas que incluso creo podian llegar a disolverse. Contigo podía ser yo misma, dejar a un lado los «debería», los «que dirán»… simplemente el tiempo pasaba sin importar nada, y a cada momento respiraba más paz y sin darme cuenta aparecía en mí una sonrisa en constante crecimiento.
Me equivoque, lo sé, no fue lo más correcto… Sin embargo, ninguno de los dos supimos hacerlo de la mejor manera. Yo por mi impulso sin sentido, y tú con tu orgullo por el miedo…
Así fue nuestra historia… como una estrella que brilla con fuerza pero que un momento u otro acaba por apagarse.
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