Siento la presión de siempre en sitios distintos, la amargura me conquista la garganta a fuerza de lanza.
Todo y nada es oscuro, no siento las puntas de mis dedos pero no tengo miedo, aunque estoy cansado. No me puedo quedar atrás, sigo buscando un motivo con mirada ausente, casi perdida, sujeta al fino hilo del tenue brillo de la fugaz imagen de un no sé qué olvidado hace tiempo… ¿Quizás es culpa mía?
-No lo es, pienso… y al menos, digo.
Es culpa tuya, vuestra y solo mía.
jeremías 29 11
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