Esta es la historia de un niño cotidiano, un niño normal que no hacía nada malo, era feliz aunque solo contaba con lo necesario pues nunca necesito más de lo que le habían regalado.
Vivía en una casa un poco dañada además de vieja y no tan arreglada, en el que convivía una vida común y bien amaestrada que el dinero no era una prioridad tal vez una necesidad del trago que siempre compraba su papa.
Las cosas se ponían cada vez peor, pues su padre robaba para comprar lo que le faltaba de alcohol, además del dinero prestado que nunca devolvió, maltrataba a su esposa cuando ya no estaba cuerdo, cuando las toxinas que había ingerido le hacían efecto, cuando se reía sin parar mediante los puñetazos que recibía su esposa tirada en el suelo.
El niño pensaba que todo estaba normal, pues su madre no le decía lo que ella tenía que aguantar, para no hacer preocupar al hijo que debía de cuidar.
Como de costumbre lo dejo en el colegio intentado disimular un poco el dolor que tenía por dentro, se despide con un beso en la frente, pero lamentablemente se despide para siempre, pues ya no regresara, tiene una cita pendiente con la muerte.
Esa misma tarde todo iba de costumbre, el niño estudiando y la madre trabajando, mientras que el padre llega un poco alcoholizado medio alterado y la ira que traía ya no se la pudo aguantar, que agarro a su esposa de un golpe la hizo desmayar, procedentemente golpeándola sin parar hasta que se dio cuenta que la mato sin piedad, una sombra deforme cubría parte del cuarto y el hombre frustrado de lo que estaba pasando, tomo el cuerpo y lo boto por el alcantarillado dejando ningún rastro.
Su hijo llegaba a su casa, preguntaba por su madre, lo único que respondió el padre fue, estará en un largo viaje.
Su papa o como él le decía un desconocido que abandono a su familia, lo dejo solo tras meses de la visita que le dio la muerte.
Por eso se crió en la calles con delincuentes, drogadictos, la basura en general que ronda frecuentemente, aprendiendo las formas de supervivencia adaptándose a cualquier ámbito de la gente.
Pasado un tiempo ya estaba involucrado en robos y asesinatos con tan solo 15 años, sin hablar de la droga que a diario consumía por el vacío que siempre tenía.
El niño fue creciendo, y entendiendo el resultado de su pasado incierto, el creía vivir en una pesadilla que pronto acabaría, un final inesperado que nadie creería, pero tan solo era la realidad, la vida pegándole tan duro que quedo incapaz de amar, dejándolo como un muerto enterrado intentado resucitar, preguntándose qué paso con su mama.
Conforme iba madurando lo iban controlando, el pobre joven no tenía más opción que seguirles el paso, aceptando malos hábitos, él iba asesinando, traficando, metiéndose claramente en una calle sin salida, que ya era muy tarde para encontrar una abertura.
Un día lluvioso iba corriendo intentando escapar de las cadenas que el mismo se había propuesto usar, pero ya no tenía posibilidad pues llego el día que la muerte se hiciera presente, no dejando opción, de un ataque repentino que agobiaba su mente, el chico dio un último latido, pronunciando, madre ya voy a verte.
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