Impotencia consumida en palabras yertas,
oh sol, deja pronto de brillar para mí.
Negras alas rotas, como alegoría a la penumbra,
mora en ella mi espíritu vencido, solitario.
Cerrar los ojos ya no es la cura,
para los temores que llegan a mi lecho,
para la partida al plano de lo intangible,
donde anhelo morar para no perturbar su paz.
Oh miseria mía, derrotero de mi infortunio,
subleva este espíritu vencido, la luz apagaré en silencio.
Oh desdicha mía, la puerta cierro ante el frío viento,
de los labios que no pronunciarán mi nombre.
llega ya, austera noche eterna,
que los pasos sin sentido llenan de apologías
un maltrecho camino que recorro por siempre;
resguárdame en tu bóveda celeste.
impecables filos que tajan la carne,
el cuerpo es un ente insignificante,
ante la soberanía del espíritu. El miedo
protector ha huido de mi influjo negativo.
gélido riachuelo que inunda mis pasos,
condúceme con dulzura al infinito abismo,
volaré por los aires pronunciando mis pesares
antes que el suelo reciba como ofrenda
mi doliente pecho, mi esquizoide angustia.
Oh, maldito absurdo llamado vida,
víbora que encarna falsos testamentos;
tu veneno sea el elixir del silencio,
tus escamas sean el abrigo de mi lecho.
¡Oh dulce sierpe terrenal!
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