Una antorcha olvidada, desea ser facción de la historia, no de ficción, la definición de lo que viene. Del personaje en sus rasgos, se escruta un dominio sensato, sereno y a veces nervioso, no de nada en concreto. Hace costumbre de lo inédito, viviendo el presente según el: «nada nunca que perder». Es la era del rápido cambio de la tecnología, disputas, normalidad, diversión, caprichos, viajes, sueños, existencialismo, duda, drogas… el equipaje descriptivo es lo de menos, aun así, pálido, delgado, estigmas de la creación y el futuro, forjan algo de aquello y mucho de todo lo demás, defínase abstracto el vuelo de este joven por el inicio de la eternidad.
Pasan los años y el fuego de la rutina sigue bello, la empatía hace el resto. Inscrito en una sociedad que merma todo lo pulcro. Siempre forja nuevas historias en su día a día, de su pelo brota caspa, parece navidad.
Día 1: sueña con una utopía de sociedad, pero el trabajo semanal arruina todo intento.
Día 2: lo mismo que el día 1, con matices sin mérito.
Numerosos días la droga fue una ventana…(El escapismo, la pureza espiritual, el regreso al origen se hacen fuertes…)
Día 4560: el olvido ha aparecido, se embarga de todo, escapa de la sociedad.
Día 4563: aprende a meditar profundamente, partidario del sistema prout (teoría de la utilización progresiva), idea conceptos y metas loables.
Día 5000: sus ahorros no son en vano, sus escritos son amplios, los partidarios cada vez mayores, el sueño se hace posible.
Día 5500: primer habitáculo auto suficiente, sostenible, energía libre, huerto de alimentos puros, agua potable, provisiones naturales más que suficientes.
Día 6000: más de 50 familias componen la «new society», viviendo en armonía, creciendo espiritualmente, sin explotaciones…
Día 12121: viento, fuego, arena, sangre, cuerpos, tierra destruida y un superviviente, un bebé, mirando fijamente, un símbolo libertario, anclado, en la vivienda de sus padres.
La antorcha, va creciendo, el bebe tiene miedo, calor, grita, llora, solo hay gente abrazando al suelo, inmóviles, buitres en el cielo, acechando.
El bebe desmaya, despierta hediondo, sudoroso, asustado, rodeado de 4000 yoguis, cobra conciencia de la situación, apenas sin saber pensar por sí mismo, y huye a la montaña, se refugia en una cueva.
Yoguis de todos los continentes, poderosos hombres y mujeres de la mente, unidos, juntos, alejados de la sociedad que pertrechó varias veces sus pilares, al calor, de la antorcha que va creciendo, dentro de cada uno de nosotros, un bebe, con los ojos llorosos, con sabor a vida y muerte, con dolor y felicidad, con fuego y con amor.
El bebe observa en la pared, una historia, su historia, la de un mismo hombre, iluminado, por un objeto, leída al universo y viceversa, el hombre se ve reflejado en su propia obra..
«Todo esto dijo el robot, que el suspiro de aquellas figuras representaba en sueños.
Y añadió: parece mentira que con dormir un poco, no nos sirva dormir para siempre.
De que estamos hechos, de carne o de muerte?
Y ahora está en ti, esta lectura que guardas, representas, al haberla hecho lo que es, y lo que lees.
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