Después de todo, estábamos allí, en la profundidad de su habitación, inmersos en la oscuridad, Tony y yo aprendiendo a cómo usar un arma. Primero sacarla del cajón. Listo. Balas. Listas. Después sostener la pesada arma de acero con ambas manos. Listo. Fría y peligrosa reposando entre mis manos, de un calibre veintidós, impactantemente negra,dispuesta […]